Hoy Rosaura de 28 le quiere hablar a Dido siempre, quiere imaginar que está a su lado, lo quiere regañar por irse tan pronto, él cuidaba a omi...quiero hasta cierto punto que resucite en otro perris, ningún perris va a tener los ojos que me hizo Dido minutos antes de morir.
Es duro estar junto a un ser vivo antes de que parta, tengo severos issues con esto, los he tenido siempre, si pudiera leer mis viejos diarios de cuando tenía 12 años podría experimentar el mismo pensamiento sobre la muerte que poseo en la actualidad a mis 28. Son cosas o circunstancias que no maduran en mí.
Vivir rodeada y dentro de la ficción ha convertido a la muerte en una ficción, dejar de existir me parece demasiado simple, no sé,me cuesta comprenderlo, quizás por no tener casi familia, porque mis abuelos murieron cuando tenía la edad de mi hijo, quizás porque ningún ser humano cercano ha dejado de existir. Incluso con gente lejana tengo la misma sensación de simplicidad, incluso la RAE lo define simple: "llegar al término de la vida", "cesación o término de la vida", es que no.
Hay palabras que perviven con nosotros siempre, una de ellas las dijo mi profesor de inglés cuando estaba en noveno año del colegio y Dido apenas tenía un añito. Steven dijo "no le temo a la muerte porque confío en que habrá algo más allá, lo que sí me asustaría es que no haya algo más, que ahí termine todo".
Pues coincido con Steven y probablemente por eso me embobe con literatura, con películas. Me dejé llevar con Segismundo y con Augusto en Niebla. Prefiero creer en Unamuno me dije a los 22 años. Al final de Niebla muere Orfeo, el perrito de Augusto, lo había olvidado, él muere de amor porque su amo ha muerto, este último se rebeló contra su autor, el escritor de nuestras vidas. Posiblemente estos últimos párrafos de Niebla son los que me hacen amar este nivola.
Dido es quizás el hermano que nunca tuve, Dido me vio estudiar mate, me vio hacer mi temido examen de la UCR, me acompañó cuando mami se enfermó, conoció a todos mis novios (espero que al último también), me vio más gorda de lo que he estado en mi vida, sí cuando llevaba un ser humano adentro, me vio empezar mi novela (más razón para terminarla 11 años después).
Dido era el perrito más lindo del universo dije por muchísimos años, sus ojos son y serán únicos, Dido tal vez esté con Tristán porque en mi mundo en el que no creo en Ciencia ni Cristianismo, pues uno muere y entra en las letras, Dido está con las letras, es eterno y cobra vida, camina con Tristán, Tula, Orfeo, Augusto, Karenin, Tomas, Teresa, Sofía, Hans Thomas y toda la pluralidad de personajes que puedo imaginar.
Dido, omi y yo te vamos a amar siempre, no moriste, resucitaste en letras y corrés, jugás, hay Golden Retrivers machos (mi perrito era gay y le encantaban los goldens), hay bistequitos everywere y estás con todo lo que te hacía feliz, eventualmente a omi y a mí nos tocará verte y convertirnos en letras con vos, fundirnos y ser eternos. Te amamos riquisimiu siempre lo vamos a hacer.
La sonrisa de Karenin
No hablar era la única manera de no pensar en Karenin en pasado. No le quitaban los ojos de encima y estaban siempre con él. Esperaban a que sonriera (...) es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada de Karenin. Ni siquiera le pide amor. Jamás se ha planteado los interrogantes que torturan a las parejas humanas ¿me ama? ¿ha amado a alguien más que a mí? (...) Teresa aceptó a Karenin tal como era, no pretendía transformarlo a su imagen y semejanza (...) el amor hacia el perro es voluntario, nadie la fuerza a él (...) pero ahora, al oír que se abría la puerta, levantó la cabeza y miró a Teresa. Era incapaz de soportar aquella mirada, casi la asustaba...así solo la miraba a ella, aquella mirada de confianza. Teresa sabía que nunca nadie más la volvería a ver así.
Oración fúnebre por modo de epílogo
Siento que mi espíritu se purifica al contacto de esta muerte, de esta purificación de mi amo, y que aspiraba hacia la niebla en que él al fin se deshizo, a la niebla de que brotó y a que revertió.- Orfeo siente venir la niebla tenebrosa...Y va hacia su amo saltando y agitando el rabo-. ¡Amo mío! ¡Amo mío! ¡Pobre hombre!
Domingo y Liduvina recogieron luego al pobre perro muerto a los pies de su amo, depurado como éste y como él envuelto en la nube tenebrosa. Y el pobre Domingo al ver aquello, se enterneció y lloró, no se sabe bien si por la muerte de su amo o por la del perro, aunque lo más creíble es que lloró al ver aquel maravilloso ejemplo del lealtad y fidelidad. Y dijo:
-¡Y luego dirán que no matan las penas!
Es duro estar junto a un ser vivo antes de que parta, tengo severos issues con esto, los he tenido siempre, si pudiera leer mis viejos diarios de cuando tenía 12 años podría experimentar el mismo pensamiento sobre la muerte que poseo en la actualidad a mis 28. Son cosas o circunstancias que no maduran en mí.
Vivir rodeada y dentro de la ficción ha convertido a la muerte en una ficción, dejar de existir me parece demasiado simple, no sé,me cuesta comprenderlo, quizás por no tener casi familia, porque mis abuelos murieron cuando tenía la edad de mi hijo, quizás porque ningún ser humano cercano ha dejado de existir. Incluso con gente lejana tengo la misma sensación de simplicidad, incluso la RAE lo define simple: "llegar al término de la vida", "cesación o término de la vida", es que no.
Hay palabras que perviven con nosotros siempre, una de ellas las dijo mi profesor de inglés cuando estaba en noveno año del colegio y Dido apenas tenía un añito. Steven dijo "no le temo a la muerte porque confío en que habrá algo más allá, lo que sí me asustaría es que no haya algo más, que ahí termine todo".
Pues coincido con Steven y probablemente por eso me embobe con literatura, con películas. Me dejé llevar con Segismundo y con Augusto en Niebla. Prefiero creer en Unamuno me dije a los 22 años. Al final de Niebla muere Orfeo, el perrito de Augusto, lo había olvidado, él muere de amor porque su amo ha muerto, este último se rebeló contra su autor, el escritor de nuestras vidas. Posiblemente estos últimos párrafos de Niebla son los que me hacen amar este nivola.
Dido es quizás el hermano que nunca tuve, Dido me vio estudiar mate, me vio hacer mi temido examen de la UCR, me acompañó cuando mami se enfermó, conoció a todos mis novios (espero que al último también), me vio más gorda de lo que he estado en mi vida, sí cuando llevaba un ser humano adentro, me vio empezar mi novela (más razón para terminarla 11 años después).
Dido era el perrito más lindo del universo dije por muchísimos años, sus ojos son y serán únicos, Dido tal vez esté con Tristán porque en mi mundo en el que no creo en Ciencia ni Cristianismo, pues uno muere y entra en las letras, Dido está con las letras, es eterno y cobra vida, camina con Tristán, Tula, Orfeo, Augusto, Karenin, Tomas, Teresa, Sofía, Hans Thomas y toda la pluralidad de personajes que puedo imaginar.
Dido, omi y yo te vamos a amar siempre, no moriste, resucitaste en letras y corrés, jugás, hay Golden Retrivers machos (mi perrito era gay y le encantaban los goldens), hay bistequitos everywere y estás con todo lo que te hacía feliz, eventualmente a omi y a mí nos tocará verte y convertirnos en letras con vos, fundirnos y ser eternos. Te amamos riquisimiu siempre lo vamos a hacer.
La sonrisa de Karenin
No hablar era la única manera de no pensar en Karenin en pasado. No le quitaban los ojos de encima y estaban siempre con él. Esperaban a que sonriera (...) es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada de Karenin. Ni siquiera le pide amor. Jamás se ha planteado los interrogantes que torturan a las parejas humanas ¿me ama? ¿ha amado a alguien más que a mí? (...) Teresa aceptó a Karenin tal como era, no pretendía transformarlo a su imagen y semejanza (...) el amor hacia el perro es voluntario, nadie la fuerza a él (...) pero ahora, al oír que se abría la puerta, levantó la cabeza y miró a Teresa. Era incapaz de soportar aquella mirada, casi la asustaba...así solo la miraba a ella, aquella mirada de confianza. Teresa sabía que nunca nadie más la volvería a ver así.
Oración fúnebre por modo de epílogo
Siento que mi espíritu se purifica al contacto de esta muerte, de esta purificación de mi amo, y que aspiraba hacia la niebla en que él al fin se deshizo, a la niebla de que brotó y a que revertió.- Orfeo siente venir la niebla tenebrosa...Y va hacia su amo saltando y agitando el rabo-. ¡Amo mío! ¡Amo mío! ¡Pobre hombre!
Domingo y Liduvina recogieron luego al pobre perro muerto a los pies de su amo, depurado como éste y como él envuelto en la nube tenebrosa. Y el pobre Domingo al ver aquello, se enterneció y lloró, no se sabe bien si por la muerte de su amo o por la del perro, aunque lo más creíble es que lloró al ver aquel maravilloso ejemplo del lealtad y fidelidad. Y dijo:
-¡Y luego dirán que no matan las penas!